lunes, 14 de febrero de 2011

Orgullosos de lo que fuimos, somos y seremos



Escribo estas líneas consciente de que hace menos de 24 horas, el Real Oviedo recibió la mayor humillación de sus casi 85 años de historia. No se puede describir lo que se siente al ver a tu equipo del alma perder contra el filial del eterno rival, sin idea alguna y haciendo el ridículo (como viene siendo habitual) en tu propia casa, en tu estadio.

Personalmente no tengo nada que reprochar a los jugadores, mientras se dejen la piel en el campo (y ayer lo hicieron) no les criticaré. Al menos pusieron garra y pelearon lo que pudieron. Pero la realidad, la cruda realidad, es que una plantilla confeccionada, en un principio, para acabar como primeros de grupo, está empatando actualmente con otros cinco equipos, en posición de promoción de descenso a tercera división.

Esa cruda realidad nos confirma lo que ya todos sabíamos. El director deportivo y ahora entrenador, José Manuel Martínez, sin mérito deportivo alguno para ocupar el puesto que tiene en un club como el Real Oviedo, no tiene capacidad ni para entrenar, ni para mucho menos llevar la dirección deportiva de un club que aspira a subir a segunda división para alcanzar el sueño de regresar a primera.

2.724.000€, lo pondré con letras también: dos millones setecientos veinticuatro mil euros es el presupuesto del Real Oviedo para esta temporada. 130.000, vuelvo a las letras: ciento treinta mil euros, es lo que cobra mensualmente la totalidad de la plantilla. ¿Cómo una plantilla confeccionada para acabar primero puede acabar luchando por no bajar a tercera? ¿Se puede ser más inútil? ¿Se puede tener menos idea de fútbol? ¿Cómo se puede sacar ayer semejante equipo al terreno de juego? El entrenador rival se muestra en las horas previas al partido preocupado por Manu Busto y nuestro 'técnico' le deja en el banquillo. Doble cambio preparado para el minuto 65', los jugadores ya esperando. Tres faltas seguidas, tres, a favor de los carbayones. Todo el mundo sabe que por la dificultad de marcar al rival en condiciones era el mejor momento para hacer los cambios. Pues José Manuel tuvo esperando a los dos jugadores, nada más y nada menos, que 7 minutos en la banda, parados. Para eso ni les mandes a calentar.

Muchos valientes ayer en el Tartiere, más de ocho mil. Para ver como el glorioso escudo de nuestro club era pisoteado y la camiseta arrastrada por el césped de este bonito pero maldito estadio Carlos Tartiere. Ayer muchos oviedistas se llevaron la mayor desilusión en mucho, mucho tiempo. Sé que es una detrás de otra, y que parece que siempre pueden salir peor las cosas. Sé también que llevamos años, muchos, confiando en que algún día el fútbol nos devolverá lo que nos quitó. Pero yo sigo creyendo en ello, me niego a pensar que con todo lo que hemos remado sirva para morir en la orilla.

Lo digo más alto y claro que nunca. Estoy orgulloso de ser oviedista. Orgulloso de compartir este sentimiento que tenemos miles de asturianos. Orgulloso de haber visto a mi equipo jugar contra el Mosconia, y contra el Navarro, y seguir animando. Orgulloso también de no abandonar jamás, de haber estado ahí cuando más me necesitaba mi equipo. No abandoné en su día, y no voy a abandonar ahora. Por todo esto, que jamás podrán entender (ni sentir) los que ahora se burlan, la cabeza bien alta, y a presumir de oviedismo como siempre hemos hecho. Las vergüenzas para los de arriba.

Orgullosos de lo que fuimos, SOMOS y seremos.


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