domingo, 29 de abril de 2012

¿Y ahora qué?

No era un partido cualquiera, era 'el partido'. Toda la ilusión y las esperanzas del oviedismo estaban puestas en el Heliodoro Rodríguez, que se convirtió -metafóricamente hablando- en un casino donde el conjunto azul se jugaba la temporada con un 'all-in'. Y se perdió. El  (cruel) destino quiso que fuese Perona quien, con un hat trick, tirase por la borda toda esperanza azul. Un año más, el Real Oviedo tendrá que 

Quizás sea el momento de buscar culpables. Uno de ellos es Pacheta, aunque también lo sea de haber mantenido la ilusión hasta el final. El burgalés es un gran motivador -vendedor de humos prefieren llamarlo otros-, la plantilla siempre ha confiado al cien por cien en él y tiene claro (guste o no) su sistema de juego. Pero tiene sus defectos, como el famoso 'plan B' que se le exigió esta temporada y demostró no tener. No obstante, si Xavi Moré no se hubiese roto y se hubiera fichado un delantero en condiciones allá por enero, es muy probable que el final de temporada hubiera sido distinto. ¿Quién tiene la culpa entonces? El problema está claro que viene de arriba, del trío calavera que forman José Manuel, Martín Vaca y Alberto. Puede que Pacheta haya pagado el tragar con la (limitada) plantilla que le han querido dar. En todo caso, el 'rodillo azul' se quedó en nada.

El oviedista está triste y se pregunta, ¿y ahora qué, echamos a Pacheta? ¿Para traer a quién? ¿A quién renovamos y a quién no? Y lo que es más importante, ¿podremos aguantar otro año bailando con la desaparición? El club está en causa de disolución y Alberto ni se sabe donde está. Tan sólo el ayuntamiento -además de la afición-, parece de lado del club. Corren malos tiempos, puede que peores que en 2003, donde había un enemigo claro y todo el mundo estaba unido. Lo único claro es que pase lo que pase, la afición estará como siempre apoyando al club, porque ni el gol de Kily, ni las paradas de Aulestia en la tanda de penaltis de Son Moix han sido en vano.

Ya van muchos años diciendo lo mismo, pero alguno tendrá que llegar, volveremos.

jueves, 1 de marzo de 2012

La importancia de los niños


Análisis tácticos, posesión de balón, estadísticas varias, reportajes sobre futbolistas sub 18 de países perdidos de la mano de Dios e, incluso, el color de las botas o el peinado de ciertos futbolistas copan las portadas y la páginas de los diarios e inundan los muchos minutos de televisión que acapara el deporte rey. Pero pocas veces (o ninguna) se piensa en ellos, en los que de verdad sustentan esto. Los niños, de algún modo, son la parte más importante del fútbol. Puedes tener un campo lleno, una afición fiel, pero si no cuidas a los pequeños y les enseñas el ritual de acudir al campo y la magia de ver a su equipo, es probable que, al cabo de unos años, acabes perdiendo esa masa social. Por ello, dedico este post a ellos, a esos momentos mágicos que cada uno de nosotros recuerda con cariño, ya que, al fin y al cabo, todos hemos sido niños un día.

Apenas recuerdo nada del primer partido del Oviedo que vi en el Tartiere. Fue un Oviedo - Real Madrid, allá por el año 2001, el (por el momento) penúltimo partido de liga del último año en primera de mi club. Como digo, no recuerdo nada del partido, tan sólo el resultado. Empate a uno. Y he dicho del partido porque del ambiente sí que tengo destellos, recuerdos y sensaciones que en aquel momento eran nuevas para mí. Ese impresionante y abarrotado estadio, recién estrenado (ese mismo año), lleno de gente animando a aquellos once jugadores que, vestidos de azul, se dejaban la piel contra el todopoderoso Real Madrid que yo no dejaba de ver por televisión en resúmenes y telediarios.

Tengo que agradecer a mi padre que decidiese llevarme al Carlos Tartiere aquel día, pues aunque del partido en sí nada recuerde, aquella tarde noche jamás se borrará de mi retina. Él ni siquiera es del Oviedo. Su condición de luanquín le liga al equipo del municipal de Miramar, el Marino, pero se lo agradeceré de por vida. Quizás si nunca me hubiese llevado, hoy no estaría tan orgulloso de ser oviedista. O puede que sí, diablos, ¿quién sabe? Lo que intento explicar, aunque me haya ido por la tangente, es que ojalá todo niño tuviese la oportunidad que yo tuve. Ojalá que, al menos, tenga la opción de elegir. De elegir no quedarse sentado en el sofá, viendo por un canal de pago a un equipo que está a seiscientos o setecientos kilómetros y que (probablemente) jamás le podrá hacer sentir lo que podría sentir por el equipo de su tierra, pese a no tener las vitrinas llenas de copas.

Para aclarar. Respeto a aquellos que son de un 'grande', no soy quién para decir de qué equipo se debe o no se debe ser. No pretendo ofender a nadie, sólo intento explicar que lo que yo entiendo por fútbol es lo que trato de reflejar en este post, pero cada uno tiene su forma de ver la vida y el fútbol. Esta es la mía. No obstante, igual que conozco oviedistas que ni han nacido ni vivido en Asturias, tengo que respetar a aquellos que sienten a ese equipo poderoso, pese a no ser el de su ciudad. Pero si es tu caso, comprenderás que si todos los niños acaban siendo del Madrid o del Barcelona, el fútbol de siempre acabará olvidado. Y al cabo de unos años nos quejaremos por ver estadios vacíos y equipos sin socios.

Como decía, creo que hay que conseguir que el niño de hoy elija el camino difícil, la opción menos sencilla. Pero hay que presentarle esa opción. Si no lo hacemos y seguimos la progresión actual, dentro de unos años comprobaremos cómo los estadios se quedan vacíos, llenándose únicamente con la visita de un Neymar, un Messi o un Cristiano Ronaldo de turno. Y no digo que no esté bien ir a verlo, derecho tenemos todos a ver a los mejores del mundo. Pero eso no es el fútbol. El fútbol es algo más. Y los niños son la llave que abre la puerta para que esto siga funcionando.

jueves, 16 de febrero de 2012

Sobre traidores y engendristas

Si pronunciamos en Oviedo las siglas ACF, lo más probable es que nos encontremos con una cara de desaprobación, de rechazo o, incluso (y más probable), de asco. Y no es para menos, yo mismo lo hago cuando me lo mencionan. El 'proyecto ilusionante' que el ex alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, creó para suplir y acabar de matar (sin éxito) al histórico y querido Real Oviedo, no sentó muy bien a la afición azul, que se aferró como nunca al equipo de siempre, al único Oviedo, al de verdad.

Cervero, Kily, Jandro o Paul son algunos de los que, allá por 2003, decidieron quedarse en el club, en su club: el Real Oviedo (recalco el 'Real' por la importante connotación que tiene en este contexto). Sin embargo, otros muchos abandonaron el barco y se fueron en cuanto tuvieron oportunidad. Varios de esos muchos se fueron al (Oviedo) ACF, apodado por la afición oviedista como 'el engendro'. Y éstos canteranos, ex jugadores o iconos (supuestamente) oviedistas que huyeron y dejaron tirado a su equipo, son los llamados engendristas.

"Qué miedo nos tenéis. El cadáver sigue apestando y nosotros a esperar vuestra procesión funeraria, que será en poco tiempo", "qué poco os queda, a ver si desaparecéis de una maldita vez, el Real Oviedo es inviable". Son frases que se podían escuchar o leer por aquel entonces de boca de los que apoyaron el proyecto engendrista. Pero hubo casos más dolorosos, sin duda. Uno de los que más, el de Berto, que con 447 partidos ostenta el récord de encuentros disputados con la camiseta azul. El ex capitán 'motorín' Berto se despidió del (viejo) Carlos Tartiere con una ovación que pocos futbolistas reciben. Pero quizás aquella atronadora ovación le afectó a la cabeza, o más bien, a los sentimientos. Cinco años después, Berto firmaba por el Oviedo ACF, dando un duro revés a la ya maltratada afición oviedista (la otra llamémosla acefista). "El Real Oviedo no tiene ningún futuro, no tardará en desaparecer", declaró el que otrora fue símbolo e ídolo carbayón. Por supuesto que no fue el único, ahí están los Carrete, Argila o Sará, entre otros, pero esto se haría demasiado largo y extenso y, además, Berto representa perfectamente todo lo que ocurrió en la capital asturiana durante aquellos (negros) años en los que el Real Oviedo necesitaba más ayuda y apoyo que nunca.
Quiero hacer una mención especial a Carlos Muñoz, o 'Carlos gol', símbolo de la que probablemente fue la mejor época del club, de aquel Oviedo que llegó a jugar en Europa. Parte del la afición carbayona le coloca, en lo que a oviedismo se refiere, a la derecha de Berto. Aquí discrepo, ya que Carlos nunca mostró su apoyo al ACF. Seguramente se le pueda reprochar que no se posicionase claramente del lado oviedista, es decir, que optara por el silencio. Es más, yo lo hago. Pero en ningún caso me parece comparable al caso de Berto.

Después están los canteranos que, habiendo huido en su momento al ACF, volvieron (y siguen volviendo) al lugar que jamás debieron abandonar, el Real Oviedo. Craso error, pues no todo el mundo perdona y/u olvida lo que pasó. Que en la cantera de El Requexón se premie a los que en 2003 abandonaron la nave azul es algo incomprensible. Como lo es también insultar a un futbolista de tu propio equipo que estuvo en el ACF, sí, pero que en aquel momento tenía doce años. ¿Quién con doce años es capaz de tomar una decisión de tal calibre sin riesgo de equivocarse? Seguramente muchos oviedistas de corazón, pero también muchos no son capaces. Estamos hablando de una edad en la que las decisiones, para bien o para mal, las toman los padres. En este punto considero que no es justo que ciertos jugadores carguen con el peso de una decisión que no tomaron.

Seguramente leas esto y pienses distinto a mí, es normal, como es normal que a alguien le ofendan algunas líneas. Es un tema muy complejo y no pretendo hacer un análisis detallado, pero sí expresar mi opinión al respecto. Al final, todo se reduce a la vara de medir que utilice cada uno para valorar todo lo que desencadenó el desastre de 2003, que fue mucho.


"El oviedismo perdona, pero no olvida." No sé de quién es esta frase, pero la haré mía para acabar este post.


martes, 6 de diciembre de 2011

Fútbol entre rejas

El fútbol puede otorgar dinero, fama y poder, pero si no sabes asimilarlo o administrarlo de una manera correcta, puede jugar en tu contra. Por desgracia hay muchos casos de futbolistas que al pasar de lo más alto al completo olvido (o viceversa), pierden el juicio. Varios de ellos acaban en la cárcel tras cometer uno o varios delitos. Este post intenta recopilar algunos de los casos más conocidos.

El reciente ingreso en prisión de Juanele ha sorprendido al mundo del fútbol. El ex de Sporting, Zaragoza y Tenerife ha entrado en la prisión de Villabona tras incumplir la libertad condicional que le había decretado un juez gijonés. No es la primera vez que 'el pichón de Roces' se encuentra en esta situación, pues hace unos meses fue detenido por amenazar a su ex mujer y causar destrozos en su vehículo y varios más estacionados en el mismo párking.

También reciente es el caso de Alessandro Mancini, ex jugador de Inter, Roma y Milán, que militaba en las filas de Atlético Mineiro brasileño cuando en noviembre de este año fue condenado a dos años y ocho meses de cárcel por agredir sexualmente a una modelo en una fiesta organizada por su amigo Ronaldinho, en Milán. El extremo brasileño siempre ha defendido que los hechos fueron consentidos por la modelo.

El ex futbolista brasileño Edmundo fue noticia a principios del pasado verano por ser condenado por el Tribunal de Justicia de Río a cuatro años y medio de prisión, debido al accidente de tráfico que provocó en 1995 y en el que murieron tres personas. El que fuera jugador de Vasco da Gama, Fiorentina y Nápoles (entre otros), además de comentarista de la televisión brasileña, ya había sido condenado en 1999, pero no fue hasta junio de este año cuando entró en prisión.

Freddy Rincón tocó techo en el mundo del fútbol al jugar en el Real Madrid y en la Selección colombiana en la década de los noventa, pero en marzo de 2007, la INTERPOL y la policía de Panamá le declararon en situación de 'busca y captura'. En mayo de ese mismo año, Rincón fue detenido y encarcelado en Sao Paulo acusado de un supuesto lavado de dinero del narcotráfico. Actualmente se encuentra en libertad, a la espera del fallo judicial.

Como oviedista, no puedo acabar el post sin hacer referencia a Paúl Abasolo. En 2009, justo cuando se iba a cerrar su fichaje por el Athletic de Caparrós, Abasolo fue detenido. En julio de 2010 la Audiencia Provincial de Vizcaya le condenó a tres años y tres meses de cárcel por tres supuestas agresiones sexuales en Guernika, entre 2006 y 2007. Actualmente se encuentra en libertad, jugando en el Real Oviedo y a la espera del recurso que interpuso en su momento. El club azul incluyó una cláusula en su contrato por la que, si ingresa en prisión, el acuerdo puede romperse sin coste para la entidad.

Por supuesto hay más casos y muchas (y más tristes) historias. Un futbolista ha de ser un ejemplo para los niños, pero como hemos visto, no siempre se da el caso.

martes, 29 de noviembre de 2011

La obligación de ganar


"Es un partido clave. Tenemos que ganar". Pocos domingos, o ninguno, el aficionado oviedista escapa de esta frase. Son ya diez los años fuera del fútbol profesional. Demasiados para una ciudad y un club acostumbrados a codearse con la élite del balompié.


Quizás (y sólo quizás) la única vez en la que el aficionado carbayón no sintió ese afán por la victoria, fue la temporada posterior al fatídico verano de 2003. El episodio más negro de la larga historia del Real Oviedo, la primera temporada en tercera división. Y digo que no lo sintió porque, en parte, salir a competir ya era más que una victoria.

Salvando esa 'momentánea permisividad', el oviedismo siempre ha sido una afición exigente. Bien es cierto que el ansia de volver a una posición que honre su historia, contribuye a ello. Es posible que ese ansia por volver, nos haya perjudicado más que ayudado durante estos diez años. La camiseta del Real Oviedo pesa y mucho; no cualquier jugador puede vestirla. El Tartiere pesa y mucho; el estadio, por sí solo, impone. La atención mediática pesa y mucho; no creo que la repercusión que tiene el Oviedo la tengan muchos conjuntos de nuestra categoría (ni siquiera alguno de segunda). Y, por último, la afición pesa; es lo que que más pesa, sin lugar a dudas. Líbreme Dios de culpar a la afición de absolutamente nada; sólo faltaba, es el principal (y hoy por hoy único) patrimonio del club. Únicamente hablo de la importancia y de la presión que conlleva jugar en un histórico como el Oviedo. Puedes ser el jugador más técnico del mundo, o el más rápido; pero si no aguantas los pitos y los silbidos cuando las cosas van mal, o no mantienes la cabeza fría y los pies en el suelo cuando todo son aplausos y vítores, entonces no puedes jugar aquí.

Admiro a Pacheta. Ha conseguido lo que hacía tiempo no se veía por Vetusta: los jugadores (todos) son una piña. También ha logrado que se crean lo buenos que son, pero manteniendo a su vez los pies en el suelo. Porque si no, como habitualmente dice él: "nos pintan la cara". El burgalés sabe lo que quiere. Se le podrán atribuir muchos errores (porque los tiene, como todo hijo de vecino), pero no que no tuviese claro en todo momento lo que tenía que hacer y cómo debía actuar; incluso cuando las cosas iban mal. "Hemos empezado con mal pie, pero estoy viendo intenciones y cosas buenas. Nuestro momento llegará". Y cuando llegó a perder casi toda la credibilidad que el final de temporada anterior le había dado, igualó la racha de puntos con la que, hacía unos meses, había conseguido dar la vuelta a la situación del club, pasando de coquetear con el descenso a clasificarse para la Copa del Rey. Todo el mundo hablaba de la inmadurez de Owona en la zaga, pero Pacheta confió en él. Y, contra todo pronóstico, el camerunés se ha convertido en un fijo de la defensa oviedista.

El Real Oviedo tiene ahora por delante tres partidos muy importantes. El Madrid Castilla espera en Valdebebas. Posteriormente llegará la Copa con el Athletic de Bielsa; un partido, en mi opinión, para disfrutar (aunque dando el 100%, por supuesto). Y por último el Tenerife visitará la capital del Principado. Me gustaría pedir calma, ya que aún perdiendo los tres partidos, seguiríamos siendo el mismo equipo, con (casi) las mismas opciones de volver al fútbol profesional. Pero no dudo que escucharemos, seguro, más de una vez en los días previos a cada partido, la famosa frase de: "sólo vale la victoria". Y es que en este club, más que en ninguno, la obligación de ganar es un hecho.

foto: resultados-futbol.com

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Todo tiempo pasado fue mejor

Hace unos días escuché decir a Eduard Punset que "todo tiempo pasado fue peor". No pongo en duda tal afirmación del genial divulgador y economista barcelonés, pero sí recordaré que siempre hay una excepción que confirma la regla. Esa excepción, es el fútbol.

No se trata de que la situación de los clubes de fútbol haya empeorado, aunque no podemos obviar los casi cuatro mil millones de euros que adeudan los equipos, consecuencia del fracaso absoluto de la conversión a SAD (Sociedades Anónimas Deportivas). Se trata de la esencia del fútbol, que en parte, se ha perdido. Mucho se habla del bipartidismo estos días. Real Madrid y Barcelona campan a sus anchas, ya no sólo por la primera división, sino también por Europa. Y no parece que haya rival que pueda detenerlos.

El problema, no es tanto la diferencia abismal entre los dos grandes con el resto, porque al final, el fútbol son once contra once. Lo preocupante, es que esa diferencia acabe solapando la pasión que un aficionado siente por su equipo de siempre, haciendo que cada vez sea más difícil convencer a un niño de cinco o seis años de que debe sufrir por el equipo de su ciudad, y no por si el Balón de Oro o el Pichichi se lo llevan Cristiano Ronaldo o Messi.

El Real Madrid y el Barcelona, siempre han despertado cierto interés en todo el mundo, por lo que es inevitable 'borrarlos' futbolísticamente hablando, de la mente del aficionado al fútbol español. Pero no se trata de eso. Todo el mundo tiene derecho a ilusionarse por ver a los mejores sobre el césped, por supuesto. Se trata de defender la esencia del fútbol, el fútbol de verdad, el que ha conseguido que hoy en día, este deporte sea el deporte rey. Se trata de defender el amateurismo y el equipo de tu ciudad, aunque sufras por ello. Se trata de defender, al fin y al cabo, algo que también es tuyo.

No al fútbol moderno.

viernes, 14 de octubre de 2011

Athletic, premio romántico


Voy a empezar con una obviedad, el Athletic de Bilbao no es el Real Madrid de Mourinho. Tampoco, evidentemente, es el Barcelona de Pep Guardiola. Pero una vez que tenemos esto claro, conviene recordar que el Athletic no necesita ser ninguno de los dos. El Athletic, es el Athletic, con todas las letras.

Estaría bien explicarle algunas cosas al pequeño oviedista que acudirá al Tartiere el 8 de diciembre a ver la eliminatoria de Copa del Rey, a ese niño cansado de ver jugar a su equipo contra Coruxos, Montañeros, Lemonas o Guijuelos (con todos los respetos). Debemos explicarle que el Athletic no se trata de un equipo cualquiera, con una historia cualquiera, ni siquiera tienen una afición o un estadio cualquiera. Quizás el niño preferiría ver a Cristiano Ronaldo, Messi o Casillas en el Tartiere (yo también deseo verlos algún día, significará que hemos vuelto). Pero me parece que es una ocasión de oro para hacerle ver que no todo es Madrid o Barça. Que el fútbol antes era más plural y también (dicho sea de paso) que esto es lo que nos toca por historia, no lo que sufrimos ahora. Hacerle entender que algún día le diremos adiós a la Segunda B (incluso a la Segunda) y que volveremos a jugar contra equipos como el Athletic y no contra su filial en Lezama. También (cómo no), que algún día volveremos a ganarles. Hace 10 años (foto), Onopko sacaba de quicio a Urzaiz y el Oviedo ganaba 5-0 a los rojiblancos. Eso es lo que hay que transmitir a los chavales.

Nos ha tocado en la eliminatoria al segundo equipo con más Copas del Rey en su haber, después del Barcelona. Tras 10 años arrastrándonos por el infierno de Segunda B y Tercera, creo que nos merecemos disfrutar un poco con estos dos partidos. Nadie espera que pasemos, tan sólo hay que disfrutarla y saborearla, tal y como se merece un partido en San Mamés, en la Catedral, tras tantos años. Y más teniendo en cuenta que, por desgracia, no podremos volver a pisarla como equipo de Primera división.

Dicen que el fútbol en San Mamés no sólo se puede ver, sino que se puede sentir y respirar. Quizás, por eso los románticos (yo me lo considero) disfrutaremos aún más si cabe. No tengo ni la menor duda de que habrá un desplazamiento masivo desde Oviedo. No es para menos. Dos históricos de Primera, dos aficiones de diez. Es un desplazamiento cercano y un viaje agradable. Se juntan todos los factores para que se cree un ambiente perfecto en Bilbao. Pero de momento, toca pensar en el Vecindario, nuestra realidad de momento es otra, el grupo I de la Segunda B.