jueves, 1 de marzo de 2012

La importancia de los niños


Análisis tácticos, posesión de balón, estadísticas varias, reportajes sobre futbolistas sub 18 de países perdidos de la mano de Dios e, incluso, el color de las botas o el peinado de ciertos futbolistas copan las portadas y la páginas de los diarios e inundan los muchos minutos de televisión que acapara el deporte rey. Pero pocas veces (o ninguna) se piensa en ellos, en los que de verdad sustentan esto. Los niños, de algún modo, son la parte más importante del fútbol. Puedes tener un campo lleno, una afición fiel, pero si no cuidas a los pequeños y les enseñas el ritual de acudir al campo y la magia de ver a su equipo, es probable que, al cabo de unos años, acabes perdiendo esa masa social. Por ello, dedico este post a ellos, a esos momentos mágicos que cada uno de nosotros recuerda con cariño, ya que, al fin y al cabo, todos hemos sido niños un día.

Apenas recuerdo nada del primer partido del Oviedo que vi en el Tartiere. Fue un Oviedo - Real Madrid, allá por el año 2001, el (por el momento) penúltimo partido de liga del último año en primera de mi club. Como digo, no recuerdo nada del partido, tan sólo el resultado. Empate a uno. Y he dicho del partido porque del ambiente sí que tengo destellos, recuerdos y sensaciones que en aquel momento eran nuevas para mí. Ese impresionante y abarrotado estadio, recién estrenado (ese mismo año), lleno de gente animando a aquellos once jugadores que, vestidos de azul, se dejaban la piel contra el todopoderoso Real Madrid que yo no dejaba de ver por televisión en resúmenes y telediarios.

Tengo que agradecer a mi padre que decidiese llevarme al Carlos Tartiere aquel día, pues aunque del partido en sí nada recuerde, aquella tarde noche jamás se borrará de mi retina. Él ni siquiera es del Oviedo. Su condición de luanquín le liga al equipo del municipal de Miramar, el Marino, pero se lo agradeceré de por vida. Quizás si nunca me hubiese llevado, hoy no estaría tan orgulloso de ser oviedista. O puede que sí, diablos, ¿quién sabe? Lo que intento explicar, aunque me haya ido por la tangente, es que ojalá todo niño tuviese la oportunidad que yo tuve. Ojalá que, al menos, tenga la opción de elegir. De elegir no quedarse sentado en el sofá, viendo por un canal de pago a un equipo que está a seiscientos o setecientos kilómetros y que (probablemente) jamás le podrá hacer sentir lo que podría sentir por el equipo de su tierra, pese a no tener las vitrinas llenas de copas.

Para aclarar. Respeto a aquellos que son de un 'grande', no soy quién para decir de qué equipo se debe o no se debe ser. No pretendo ofender a nadie, sólo intento explicar que lo que yo entiendo por fútbol es lo que trato de reflejar en este post, pero cada uno tiene su forma de ver la vida y el fútbol. Esta es la mía. No obstante, igual que conozco oviedistas que ni han nacido ni vivido en Asturias, tengo que respetar a aquellos que sienten a ese equipo poderoso, pese a no ser el de su ciudad. Pero si es tu caso, comprenderás que si todos los niños acaban siendo del Madrid o del Barcelona, el fútbol de siempre acabará olvidado. Y al cabo de unos años nos quejaremos por ver estadios vacíos y equipos sin socios.

Como decía, creo que hay que conseguir que el niño de hoy elija el camino difícil, la opción menos sencilla. Pero hay que presentarle esa opción. Si no lo hacemos y seguimos la progresión actual, dentro de unos años comprobaremos cómo los estadios se quedan vacíos, llenándose únicamente con la visita de un Neymar, un Messi o un Cristiano Ronaldo de turno. Y no digo que no esté bien ir a verlo, derecho tenemos todos a ver a los mejores del mundo. Pero eso no es el fútbol. El fútbol es algo más. Y los niños son la llave que abre la puerta para que esto siga funcionando.

1 comentario:

  1. Esperemos que dentro de unos años haya niños que como Michu, respondan con un firme 'Oviedo' a la pregunta ¿Madrid o Barça?

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