martes, 29 de noviembre de 2011

La obligación de ganar


"Es un partido clave. Tenemos que ganar". Pocos domingos, o ninguno, el aficionado oviedista escapa de esta frase. Son ya diez los años fuera del fútbol profesional. Demasiados para una ciudad y un club acostumbrados a codearse con la élite del balompié.


Quizás (y sólo quizás) la única vez en la que el aficionado carbayón no sintió ese afán por la victoria, fue la temporada posterior al fatídico verano de 2003. El episodio más negro de la larga historia del Real Oviedo, la primera temporada en tercera división. Y digo que no lo sintió porque, en parte, salir a competir ya era más que una victoria.

Salvando esa 'momentánea permisividad', el oviedismo siempre ha sido una afición exigente. Bien es cierto que el ansia de volver a una posición que honre su historia, contribuye a ello. Es posible que ese ansia por volver, nos haya perjudicado más que ayudado durante estos diez años. La camiseta del Real Oviedo pesa y mucho; no cualquier jugador puede vestirla. El Tartiere pesa y mucho; el estadio, por sí solo, impone. La atención mediática pesa y mucho; no creo que la repercusión que tiene el Oviedo la tengan muchos conjuntos de nuestra categoría (ni siquiera alguno de segunda). Y, por último, la afición pesa; es lo que que más pesa, sin lugar a dudas. Líbreme Dios de culpar a la afición de absolutamente nada; sólo faltaba, es el principal (y hoy por hoy único) patrimonio del club. Únicamente hablo de la importancia y de la presión que conlleva jugar en un histórico como el Oviedo. Puedes ser el jugador más técnico del mundo, o el más rápido; pero si no aguantas los pitos y los silbidos cuando las cosas van mal, o no mantienes la cabeza fría y los pies en el suelo cuando todo son aplausos y vítores, entonces no puedes jugar aquí.

Admiro a Pacheta. Ha conseguido lo que hacía tiempo no se veía por Vetusta: los jugadores (todos) son una piña. También ha logrado que se crean lo buenos que son, pero manteniendo a su vez los pies en el suelo. Porque si no, como habitualmente dice él: "nos pintan la cara". El burgalés sabe lo que quiere. Se le podrán atribuir muchos errores (porque los tiene, como todo hijo de vecino), pero no que no tuviese claro en todo momento lo que tenía que hacer y cómo debía actuar; incluso cuando las cosas iban mal. "Hemos empezado con mal pie, pero estoy viendo intenciones y cosas buenas. Nuestro momento llegará". Y cuando llegó a perder casi toda la credibilidad que el final de temporada anterior le había dado, igualó la racha de puntos con la que, hacía unos meses, había conseguido dar la vuelta a la situación del club, pasando de coquetear con el descenso a clasificarse para la Copa del Rey. Todo el mundo hablaba de la inmadurez de Owona en la zaga, pero Pacheta confió en él. Y, contra todo pronóstico, el camerunés se ha convertido en un fijo de la defensa oviedista.

El Real Oviedo tiene ahora por delante tres partidos muy importantes. El Madrid Castilla espera en Valdebebas. Posteriormente llegará la Copa con el Athletic de Bielsa; un partido, en mi opinión, para disfrutar (aunque dando el 100%, por supuesto). Y por último el Tenerife visitará la capital del Principado. Me gustaría pedir calma, ya que aún perdiendo los tres partidos, seguiríamos siendo el mismo equipo, con (casi) las mismas opciones de volver al fútbol profesional. Pero no dudo que escucharemos, seguro, más de una vez en los días previos a cada partido, la famosa frase de: "sólo vale la victoria". Y es que en este club, más que en ninguno, la obligación de ganar es un hecho.

foto: resultados-futbol.com

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